1972 fue un año muy especial para el ajedrez universal y también para el ajedrez canario. Fue el año en cuyo verano Robert James Fischer se proclamaba campeón del mundo tras batir a Spassky en el duelo del siglo, con lo que ponía fin a 35 años de hegemonía soviética en los campeonatos mundiales.
Pero alrededor de un mes y medio antes, en la primavera de ese memorable año de 1972, dio comienzo en Las Palmas de G. C. una larga serie de torneos internacionales que marcaron una época irrepetible e inolvidable. A finales del mes de mayo de, repitámoslo una vez más, 1972 arrancó de manera brillante el I Gran Torneo Internacional Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Vasily Smyslov, ex-campeón mundial |
Fernando Visier |
Fueron torneos con una idiosincrasia propia. A carteles de auténtico lujo en cuanto a figuras internacionales se refiere (salvo raras excepciones, todos los campeones del mundo llegaron a participar en los Ciudad de Las Palmas) se unía siempre una selecta representación canaria. Nuestros ajedrecistas más destacados tenían la oportunidad, de este modo, de medirse a auténticas leyendas mundiales del tablero y, en consecuencia, de continuar progresando en la mejora de su nivel y acumular experiencias de alto valor.
Los escenarios habituales de estos torneos fueron los hoteles Santa Catalina (sede del primero de ellos) y Reina Isabel. Conscientes de la importancia del evento que acogían y consecuentes con su categoría de cinco estrellas, todo se organizaba a la altura que exigía un acontecimiento de tal magnitud. El torneo se desarrollaba en un salón de grandes dimensiones. Las mesas en las que se librarían las batallas de cada jornada ocupaban un lugar de privilegio, con amplios espacios entre unas y otras para comodidad de los contendientes. A una distancia prudencial de las mismas se disponían los tableros murales, de modo que el numeroso público asistente pudiese seguir las partidas sin ninguna dificultad.
Larsen y Bronstein, grandes leyendas de la historia del ajedrez |
Actualmente es prácticamente imposible encontrar en ningún torneo internacional el ambiente que se respiraba en los Ciudad de Las Palmas. Sin temor a exagerar podríamos incluso hablar de glamour: la elegancia con que se servía té o café a los jugadores en una pequeña mesa anexa a la del tablero, cómodas sillas ocupando la totalidad del salón para que el público disfrutara de las partidas, espectadores realizando un seguimiento especial de alguna de ellas con pequeños tableros imantados...
Inmerso en esta atmósfera tuvo su bautizo el primero de estos grandes torneos, uno de los más importantes del calendario ajedrecístico planetario, con algunas figuras legendarias. Entre estos colosos del tablero destacaba especialmente la presencia de Smyslov, ex-campeón mundial y con un Elo de 2620 puntos en una época en que un rating de 2500 era, más que respetable, temible. No se quedaba a la zaga el danés Bent Larsen, mayor rating del torneo (2660), que hasta la irrupción de Fischer en el panorama mundial era considerado el mejor jugador de Occidente. Un privilegio fue contar con la participación de David Bronstein (2590), auténtico mito, así como con Lajos Portisch (2630), que a la postre sería el campeón de esta prueba. El legendario Pal Benko, el sueco Ulf Andersson, el rumano Florin Georghiu y el español Arturo Pomar daban lustre a un cuadro de torneo de auténtico esplendor.
Menvielle frente a uno de los mitos de la historia del ajedrez |
La representación canaria, compuesta por Augusto Menvielle (2200), Juan A. Valcárcel (2200), Juan P. Domínguez (2200) y Fernando Visier (2370), plantó batalla a estos jugadores fuera de serie, de tal modo que no solo vendieron caras sus derrotas, sino que en varias ocasiones también puntuaron frente a ellos.
Como muestra de lo que decimos, Menvielle, el mejor clasificado de los nuestros, obligó a Smyslov a aguantar hasta la jugada 85 para adjudicarse el punto. Para el recuerdo quedan también las tablas logradas ante Ulf Andersson (2510) en una partida en muchos aspectos instructiva.
Lajos Portisch |
En la octava ronda Menvielle, a pesar de vérselas con Portisch, no renunció a su estilo audaz y combinativo. En esta ocasión, sin embargo, el gigante que tenía frente a él mostró sus credenciales y firmó la mejor combinación de ataque del torneo.
Juan Antonio Valcárcel |
Valcárcel, de quien se decía que fumaba un cigarrillo en cada jugada, arrancó tablas en la segunda ronda nada menos que a Florin Georghiu de la manera curiosa y sorprendente que podremos ver a continuación.
Pero si la muestra de Valcárcel sorprende, mucho más llamativo es lo que aconteció dos jornadas más tarde en la partida que enfrentó a Juan Pedro Domínguez y al estadounidense Pal Benko. Domínguez queda en posición perdedora tras un error garrafal, pero Benko, con grandes apuros de tiempo, no se percata de que ha rebasado el control de jugadas y continúa jugando a velocidad de vértigo... hasta que pierde una torre y, con ello, la partida.
Juan Pedro Domínguez |
El torneo llegó a su fin con todo un repóker de ases copando las primeras posiciones (Portisch, Larsen, Smyslov, Bronstein y Benko) y con la satisfacción de haber visto a los nuestros medirse con quienes la historia tiene ya como mitos. Quizá lo más importante, como escribiría el holandés Willem F. de Bruyn en la revista Aguayro, es que "dos LP resultaron vencedores: Las Palmas y Lajos Portisch con y en este primer torneo".
Pedro Gabino Padrón
Fuentes:
* Revista Ajedrez Canario, núm. 12.
* http://mdc.ulpgc.es/cdm/singleitem/collection/aguayro/id/459/rec/91
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